Agro 4.0: Chile crea sus propias variedades de fruta
Gracias a los Programas y Consorcios Tecnológicos de Corfo, se logró vincular a empresas, universidades e institutos de investigación, que por más de quince años desarrollaron mejoras genéticas a nectarinas, uvas, y frambuesas. Hoy ya tienen sus primeros resultados y se abren paso a los grandes mercados internacionales.
Las nuevas estrellas de la fruticultura nacional se llaman Serie Andes Nec, MaylenÒ y Santas. Las primeras son una serie de nectarinas de piel roja y muy buen sabor, que resisten en óptimas condiciones viajes de 35 a 40 días como los que se requieren para llegar a Asia. La segunda es una variedad de uva de mesa negra, sin semilla, de sabor dulce y excelente vida de postcosecha, que puede permanecer hasta 90 días en frío en perfectas condiciones, lo que también le permite llegar bien a los mercados más lejanos. La tercera estrella es las “Santas”, tres variedades de frambuesas de mayor tamaño, productivas y que se adaptan muy bien en la industria de fruta congelada.
La serie Andes Nec y MaylenÒ, desarrolladas por la Universidad de Chile y el INIA, respectivamente, ambas con el apoyo del Consorcio Biofrutales, son variedades frutales creadas íntegramente en Chile, el equivalente a lo que en manzanas es una Pink Lady australiana o en uva una Red Globe californiana. La gracia de ambos desarrollos es que resuelven un problema crítico para la fruta chilena: resistir en buenas condiciones los largos trayectos que deben recorrer los envíos nacionales hasta sus mercados, que, en el caso de China, pueden ser de hasta cuarenta días en barco. Las variedades de frambuesas “Santas”, a su vez, son creadas también en Chile por la Universidad Católica y el Consorcio de la Fruta y vienen a apoyar un rubro muy representado por pequeños agricultores de todo el país.
Se trata de variedades, junto con otras que están por salir al mercado, que han sido desarrolladas a través de distintos programas estratégicos y consorcios tecnológicos de CORFO, todos los cuales han sido liderados desde la Gerencia de Capacidades Tecnológicas. “Éstos apuntan a sofisticar nuestra oferta exportadora a través de nuevas y mejores variedades adaptadas a las condiciones de nuestro país. Sin duda esto nos permite ser más competitivos en los mercados globales, encontrando nichos comerciales de mayor rentabilidad, y generando capacidades internas para hacer frente a la competencia y visión de largo plazo de la industria”, comenta el Vicepresidente de Corfo, Pablo Terrazas.
Rodrigo Cruzat, gerente del Consorcio Biofrutales explica que: “Es importante que Chile desarrolle variedades propias porque los criterios con que han sido creadas las variedades extranjeras no siempre coinciden con nuestras necesidades. Cada país define lo que necesita y en nuestro caso tenemos una condición muy determinante que es nuestra lejanía de los principales mercados de consumo”, señala.
Otra razón clave para el desarrollo de variedades propias es la adaptación a las condiciones de cultivo de Chile, según explica Carolina Kusch, jefa de la unidad de transferencia y propiedad intelectual del Laboratorio de mejoramiento genético y calidad de la fruta de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile, entidad que desarrolló la línea de nectarinas Andes Nec.
“Antes Chile dependía 100% de variedades extranjeras, cuyas cualidades eran validadas en nuestro territorio, pero esas variedades no siempre expresaban todo su potencial porque fueron seleccionadas para otras condiciones. Al desarrollar alternativas propias se tiene la certeza de que están adaptadas a nuestras condiciones agroclimáticas y por lo tanto expresarán todas sus cualidades”, señala Kusch.
Nectarinas y uva de clase mundial
Uno de estos desarrollos genéticos nacionales más destacables es la línea de nectarinas Andes Nec que contempla seis variedades de nectarinos. Tres son de pulpa amarilla y tres de pulpa blanca, todos con una postcosecha superior a 35 días, lo que resuelve un gran problema que hasta antes de su aparición tenía esta fruta. “Sucedía que los nectarines, debido a los largos viajes, llegaban con problemas de pardeamiento y harinosidad de la pulpa a destino, lo que les restaba mucha competitividad. De ahí que nuestro trabajo se focalizara en la vida de postcosecha”, cuenta Kusch.
El resultado fue óptimo y la respuesta del mercado aún mejor. Actualmente el 25% de las plantas de nectarinos vendidas en nuestro país son de la línea AndesNec.
Hoy en Chile existen más de 550 hectáreas plantadas con estos nectarinos y se ha enviado material genético a varios países, incluido Estados Unidos y algunos europeos. El programa desde el año 2010 ha tenido un costo de $2.836 millones, de los cuales Corfo financia el 70%. En el proyecto, además de la Universidad de Chile, participa la Universidad Nacional Andrés Bello y la empresa Andes New Varieties Administration (ANA Chile), que está cargo de la comercialización de estas variedades.
Por otra parte, la uva Maylen, desarrollada por el INIA y el Consorcio Biofrutales, tampoco se queda atrás. Con más de 400 hectáreas plantadas en el país, se han exportado cerca de 1,2 millones de cajas de fruta hasta la temporada 2019-2020. La variedad ha sido protegida en 15 países y está siendo cultivada en otros once, tales como España, Grecia, Sudáfrica, Egipto, Túnez, Australia, Perú e India, y también en América del Norte.
“Esta variedad es un producto especial, no sólo por su alta calidad, buena capacidad para resistir viajes prolongados y atractivos precios. Muy pronto esperamos lanzar al mercado dos nuevas variedades de uva de mesa: una variedad roja, firme, sin semillas, de media estación y otra variedad sabor moscatel, sin semillas, de muy buen color y productiva”, comenta la doctora Paola Barba, genetista a cargo del Programa de Uva de Mesa de INIA – Biofrutales.
Frambuesas Made in Chile
Otro caso destacable es la línea de frambuesas “Santas”, tres variedades cuya investigación partió en 2009 y que en sólo seis años y medio ya habían sido registradas comercialmente.
Una muy buena performance, considerando que un desarrollo de variedades por cruces convencionales, sin transgenia, toma entre 10 y 12 años. Los resultados son las variedades Santa Teresa, Santa Clara y Santa Catalina, cuyos rendimientos están en torno a las 20 toneladas por hectárea, versus los 8 o 9 de las variedades que tradicionalmente se han plantado en Chile.
Las Santas también destacan por ser más dulces, más grandes y porque sus plantas son remontantes, lo que permite aprovechar la cosecha de la temporada en que se establece el cultivo. Estas variedades las cultivan pequeños productores, lo que presenta una gran oportunidad para la agricultura familiar campesina.
“Nuestro objetivo era mejorar una especie que tiene gran impacto en un sector de la agricultura fuertemente representado por familias campesinas. Poder ofrecerles a ellos nueva tecnología varietal que ayude su negocio es una gran satisfacción”, declara Sergio Maureira, gerente del Consorcio Tecnológico de la Fruta de Asoex.
Se espera que en los próximos tres años este grupo de instituciones y empresas saquen al mercado tres nuevas variedades de uvas, una de manzanas, una de cerezas y tres de nectarinas, convirtiendo a Chile no solo en un actor relevante en la producción de fruta fresca, sino que también, en un exportador de genética de alta calidad de la mano de destacados investigadores chilenos.